jueves, 12 de octubre de 2017

Morados

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Cuando recuerdo con qué alivio, incluso con qué orgullo, hablaba sobre mis diez primeros pinchazos de heparina, no puedo más que sonreír desde la experiencia. ¡Qué ingenua era! ¡Qué pronto canté victoria, sin adivinar la que se me venía encima...!

Los primeros pinchazos de heparina son fáciles; y evitar los moratones subsecuentes, también. Porque la tripa pre-heparina es un terreno "virgen" donde hincar la aguja con libertad y mucho margen. Pero cuando empiezas a acumular cajas y cajas de inyecciones, el panorama cambia, haciendo realidad tus peores pesadillas.

He aquí un poco de lo que yo he descubierto hasta ahora:

1. Una tripa morada puede ser producto de un solo pinchazo. Cuando yo veía esas imágenes terribles por Internet, esas en las que media tripa está teñida de un color cercano al negro, pensaba: "Pero, ¿¿qué se ha hecho?? ¿Cómo se pincha así cada día?". Desgraciadamente, he comprobado en mis propias carnes que basta un mal pinchazo para dejarte la mitad del abdomen fuera de juego. Los morados de heparina no son de este mundo. Un solo error y ¡zas! se te queda la barriga como si acabaras de pasar la prueba de ingreso en una banda de maleantes. Y no solo es el color, no: lo peor es cómo duelen. Parece que te han pegado con un bate de béisbol y duele como si te hubieran pegado con un bate de béisbol. O, al menos, como yo imagino que debe de doler.



2. Los malos pinchazos son imprevisibles. Puedes seguir todos los consejos de Internet, puedes añadir los tuyos propios, puedes haber comprobado que el pinchazo de hoy quedaba lejos de cualquier otro pinchazo, que tu piel no estaba surcada por ninguna venita, que no dolía, que no escocía, que el alcohol se había secado, que no te habías frotado al terminar, que no había sangrado. Te vistes, sales a hacer tus recados y, cuando vuelves a casa, ahí está. Medio abdomen morado. ¿Por qué? No tengo respuesta. Hasta el pinchazo más perfecto puede convertirse en un mal pinchazo. Lo único que yo sé es que la heparina tiene una habilidad pasmosa para encontrar todo lo que subyace... y reventarlo.

3. Nunca prejuzgues lo que puede llegar a ser un buen pinchazo. Antes de pincharme, yo siempre presiono con el dedo la zona candidata para ver si duele. Aunque no haya un morado previo, ni siquiera un pinchazo, a veces se quedan morados subterráneos donde es mejor no inyectar nada. Después, voy posando la aguja sobre la piel, hincándola levemente hasta encontrar un lugar donde apenas la sienta: la diferencia entre unos pocos milímetros puede ser pasmosa. Y aun así, si al empezar a pinchar veo las estrellas (que se ven, y mucho), saco la aguja y empiezo de nuevo. A veces, sin embargo, todas las precauciones fallan: porque ya te has dejado el costado lleno de agujeritos y duelen todos, porque el morado gigante solo te dejaba un par de opciones para pinchar y llevas tres o cuatro días pinchándote en el otro lado, porque el pinchazo empieza a doler cuando ya estás inyectando la heparina. Bueno, pues incluso en esos casos, he sido capaz de conseguir pinchazos perfectos. ¿Cómo? Tampoco tengo respuesta. Pinchazos que duelen, que sangran como descosidos, que te impiden rozar la piel durante horas... y no dejan marca. Pinchazos estupendos cuyos morados quieren llegarte hasta el hombro. Puro azar.

4. Learn from the masters. Una vez se me ocurrió preguntarle a una enfermera cuáles eran sus consejos para evitar los morados de heparina. La mujer estaba montando un circo desde que me había abierto la camisa y se descubrió el eccehomo que llevaba en la tripa. Tras un millón de aspavientos, la única respuesta que obtuve fue: "No te pinches donde haya venas". ¿Perdone? ¿Eso es todo? Ahí me di cuenta de que una cosa es el título de Enfermería y otra muy distinta el habértelas tenido que ver con un pinchazo diario durante todo el embarazo. Los sanitarios se llevan las manos a la cabeza, pero apenas son capaces de hacer una contribución mínimamente valiosa al asunto. Los remedios de abuela que campan por Internet, ¡esos son los buenos! Remedios de chicas que tuvieron que buscar soluciones para aliviarse la barriga y la experiencia que cada una vamos acumulando sobre nuestro propio cuerpo. Si hay una solución, es ahí donde se encuentra: ni te molestes en preguntarle al médico.

5. La grasa abdominal es tu amiga. Mis primeros pinchazos, los que hice sin experiencia previa, fueron todos perfectos. Debí sospechar que algo más había cuando la mayor parte de las fotos horribles que veía en Internet se las habían hecho chicas que estaban al final del primer trimestre o incluso en el segundo. Los primeros morados empezaron a salirme entre las semanas seis y ocho. Al principio, pensé que me estaba confiando y que, probablemente, había empezado a pincharme con menos cuidado. Hoy estoy segura de que el fenómeno tuvo que ver con que justo entonces empezara a adelgazar, llegando a perder dos kilos en apenas un mes. Aun así, la cosa se mantuvo dentro de los límites de lo tolerable. Lo intolerable llegó cuando la tripa empezó a crecer y yo seguía sin recuperar peso. Ahí alcancé el morado diario. Estaba desesperada. ¿Qué me pasaba? ¿Me había vuelto tonta de repente? Pues seguramente no. Lo que sin duda ocurría es que mi piel se había vuelto tan fina y, a la vez, estaba tan vasculada, que era imposible pincharla sin hacerle un estropicio. Ninguna de mis precauciones funcionaban. Sin embargo, los morados han desaparecido casi por completo según avanzo por el segundo trimestre. ¿Qué está ocurriendo? Pues que no solo he recuperado mis kilos perdidos, sino que estoy empezando a ganar peso. La piel de mi tripa vuelve a tolerar los pinchazos y todas las dudas acerca de mis habilidades de practicante han desaparecido.

6. No todos tenemos la misma talla de aguja. A mí me parece muy bien que los médicos te recuerden que la inyección de heparina es subcutánea y que debes pincharte formando un ángulo de 90º con la piel. El razonamiento es impecable, pero la realidad es bien distinta. No puede tener el mismo grosor de piel el hombre que se pincha heparina en un abdomen que haría llorar de envidia a un león marino y la embarazada famélica que no gana kilos pero bate récords con su tripa. Así que, aunque los morados sean inevitables en algunos momentos, se puede aliviar un poco la sangría inclinando la aguja al pincharla. Que a lo mejor no hace falta llegar al ángulo de 45º, pero oye, probar con 60º y dejarse de harakiris también parece muy razonable. Y lo mejor es que funciona.

7. Evitar los morados no siempre es la prioridad. Esto ya me lo sospechaba yo desde el principio. Porque la idea de pincharse y no volverse a tocar la zona en 24 horas está muy bien, pero, ¿qué pasa cuando tienes que empezar a utilizar cremas para prevenir las estrías (o el simple picor de la piel que se estira, o un brote de dermatitis, o para seguir cuidándote como antes, aunque sea de vez en cuando)? Pues que te arriesgas a un morado. Pero llega un momento en que te da igual: porque los morados duran un tiempo determinado y desaparecerán una vez finalice el tratamiento, pero la piel que habitas te va a acompañar el resto de tu vida, así que su cuidado es lo realmente prioritario. Además, puede que las mujeres que necesitamos este medicamento no nos hagamos las típicas fotos con la tripa al aire para no convertir un bonito recuerdo en una fiesta de Halloween perpetua; pero, al final, nuestro embarazo es un embarazo con heparina, así que hay agujas, hay pinchazos, hay molestias... hay morados. Y también un bebé que crece fuerte y sano gracias a todo ello. Así que tampoco hay que dramatizar si de vez en cuando se te escapa un mal pinchazo o si la gente grita de terror cuando ve tu tripa. Porque esta es la realidad de nuestra experiencia y nuestra prioridad no debe ser ocultarla.

Al menos, ha dejado de ser la mía :)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola. Hace años me pincharon heparina en el hospital durante una semana, como me daba no sé qué en la barriga, me pinchaban en el brazo. No se puede? Me dolía bastante pero ampliaría las opciones de piel sana...

Teacher Rocío dijo...

Madre mía!! Siempre puedes tomártelo con una sonrisa y crear tu disfraz más Halloween del mundo mundial con tus morados, no? En serio, que pasada por lo que tienes que pasar hasta que llegue el peque/la peque, Unas amigas me han hablado de unos parches a ti te vendrían bien?. Besos y me quedo con lo mejor: Tu peque crece y tu peso también , yupii

Unknown dijo...

¡Hola! Pues me estoy dando cuenta de que yo fui una afortunada... A mí me funcionaba muy bien coger un pellizco de piel para poner la heparina, pinchar en el pellizco bien agarrado, soltar la piel una vez sacada la aguja y no frotar nada, apretar con un algodón... Algún morado hice, pero poquitos. Soy delgada y engordé muy poco con el embarazo, así que lo de agarrar pellizco no era fácil sobre todo al final, pero merece muchísimo la pena cuando la heparina logra mantener el embarazo como es nuestro caso. Que sí, que en algún pinchazo ves las estrellas, pero esto te aseguro que se olvida.
Mucho ánimo, cada pinchazo es un pasito más que te acerca a la meta. Yo empecé con pinchazos para inhibir la ovulación antes de la estimulación, así que a lo tonto estuve más de 10 meses de pinchazos en la barriga y oye, repetiría ahora mismo si tuviera el mismo resultado.

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